Dalí en el Pompidou -y los bigotes de Velázquez-

– Imposible que nos dé tiempo a llegar. Hay una fila de más de dos horas de espera…

Kiki señala aterrada la entrada de la exposición de Dalí en el Centre Georges Pompidou. Tree sonríe de medio lado y detiene con la mirada, una de sus especialidades, a una azafata que pasa por su lado. En un perfecto francés no exento de acento inglés le pregunta cuándo llegará el curador de la muestra, con el que han quedado.

– Tree, dame la buena noticia de que vamos a poder entrar con él…

Segundos después el cultísimo Jean Hubert Martin llega a la sala con su traje azul claro y saluda a Tree, que acto seguido camina detrás de él casi de puntillas y, en fila india, Kiki, realmente de puntillas sobre unos elevados tacones. Así es como todos ellos entran en la exposición más visitada de la capital del Sena.

– Me provoca una sensación dual, Tree -explica Kiki-, por un lado me encanta su atrevimiento, su constante desafío artístico, lo bien que pinta…

– Y por otro lado no le llegas a soportar del todo, a todos nos pasa lo mismo… Esa es la esencia daliniana: l’amour est fou… «Más importante que mi pintura, más importante que mi clown, más importante que mi espectáculo manías, es mi personalidad».

Detrás de las vitrinas, algunas de las obras más interesantes del surrealismo están protegidas de fotografías, mientras tanto, otras pueden ser fotografiadas con flashes…

– Esta pintura yo la recuerdo haber visto en el Reina Sofía… Oye Tree, una pregunta tonta: ¿y el bigote? ¿Se inspiró en Buster Keaton o algo así, y lo llevó al extremo?

– El bigote de Dalí es un homenaje al pintor Velázquez… Nada es casual en lo genial-susurra Jean Hubert, medio divertido- apropiación, diversión, enfado…

Hasta finales de marzo, en París, la sombra de los bigotes alargados se proyecta sobre Le Beaubourg

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